Lo Último

Ana May Zubiría, La primera vecina de Nordelta

“Nordelta no se parece a nada, es único” dice Ana con orgullo al comenzar la entrevista. Es abogada y licenciada en relaciones públicas. También estudió arquitectura.

Si bien nació en Recoleta y vivió en Belgrano y Núñez, fue la primera vecina en mudarse a Nordelta el 28 de agosto de 2000. Su casa fue la primera en construirse en el barrio La Alameda. Ahora vive en Portezuelo, pero recuerda la edificación de su hogar como si fuera hoy.

“Cuando me mudé no había señal de celular, no había teléfono fijo, agua corriente, ni gas. Todo arrancó en ese momento. Los primeros años era vivir literalmente en el campo, pero era todo nuestro” explica la vecina en tono de añoranza. Y agrega: “Si alguien venía a mi casa tenía que ir a avisar a la entrada de la Ruta 197. La primera noche AVN nos regaló una picada y fue un momento muy especial. Una de las personas más queridas por mí fue Juan Grima. Era el tipo que en Nordelta te solucionaba todo. No hubiese sido lo mismo sin él”.

El origen de todo

La entrevista se realizó en Unido, un lugar especial para la vecina, ya que allí vivió muchos de los momentos más importantes de su vida. Un café cortado en jarrito y un croissant fueron testigos de tantos recuerdos hasta destemplarse.

“Venir acá era apostar a algo que no existía. Me enteré de Nordelta a través de mi ex marido, Santiago, quien es diseñador industrial y en ese momento estaba haciendo un posgrado en la UBA -en conjunto con el politécnico de Milán-, y le hablaron del proyecto” explica Ana sobre el primer momento de curiosidad que la atrapó.

No estaban en sus planes vivir en un barrio cerrado, ni fuera de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Vivían los tres (Ana, Santiago y la pequeña Agustina) en Núñez. Pero el estado de las plazas y la inseguridad empujó la decisión de explorar otras opciones. “Cuando me dijeron que iba a ser una Ciudad y no un barrio cerrado tradicional, la idea me interesó. Después de algunas averiguaciones, fui a una expo de countries y una vendedora me guio para dar con la persona que tenía la información. Ese día se había firmado el contrato que habilitaba la venta en Nordelta. Vi un plano de La Alameda y elegí mi terreno” describe con mucha naturalidad.

Todo empezó en ese momento y fue tomando forma paulatinamente, como la Ciudad. El 2 de enero del 2000 habilitaron la construcción de su casa en La Alameda. Ese mismo año decidieron que Agustina iría al Colegio Northlands. También por esos días se plantaron unos Aguaribay en las puertas de Unido y Ana dio un discurso con un vestido blanco… Llueven los recuerdos condensados por el paso del tiempo. Sucedió todo muy rápido en apenas 24 años.

La justicia como motor de cambio

Ana comenzó a estudiar Arquitectura en la UBA pero en cuarto año sintió que no se valoraba la evolución de su trabajo, lo que le provocaba una fuerte sensación de injusticia. Paralelamente trabajaba en la Fundación Gastronómica Argentina, entonces decidió dejar la carrera y estudiar Relaciones Públicas orientada a la gastronomía. Tuvo su propia agencia y más tarde una empresa compartida con Santiago. Después, llegó la hora de estudiar Derecho, su profesión actual.

“Si hay algo que no me parece justo, no hay vuelta atrás. Lo justo es justo” esgrime May Zubiría como lema de vida. Mucha de esa actitud la canalizó en los dos períodos que fue Directora del barrio La Alameda. “Mi segundo hijo, Ignacio, nació el 2 de enero de 2002 y fue el primer niño nordelteño. Me acuerdo que lo llevaba a las reuniones de Directorio. Fue muy intensa esa etapa” define.

“Elegimos La Alameda porque era lo único que había, y para mí es uno de los barrios más lindos. Nordelta nunca paró de construir. Cuando paraba el país, acá todo seguía su marcha. Le siguieron Castores, Glorietas y Barrancas del Lago, La Isla, y así sucesivamente” recuerda la vecina, quien además fue testigo de los procesos de preventa que se realizaban donde hoy está el restaurante Unido, donde se formaban colas para no perderse la oportunidad de reserva.

El sentido de pertenencia

“Estoy re feliz por todo lo vivido. Me considero 100% nordelteña” dice Ana, quien poco a poco desde el 2000 empezó a ser la anfitriona de vecinos que se sumaban a La Alameda provenientes de destinos diversos como Palermo, Villa Urquiza, Nuñez, Zona Norte del AMBA o Temperley.

“Estoy re feliz por todo lo vivido. Me considero 100% nordelteña”

“Aún hoy recuerdo que al pasar la barrera de entrada a Nordelta sentía una tranquilidad única. Era una sensación de libertad absoluta. Tengo un sentido de pertenencia muy grande. Cuando critican a la Ciudad, me indigno, es como si tocaran a mi papá (risas). Nordelta no se parece a nada, es único” declara la primera vecina de la Ciudad.

La mirada de Ana se refugia en sus lentes oscuros. Rememorar los inicios de la Ciudad parecen haber traído al presente momentos de profunda incertidumbre por apostar a algo nuevo, y a la vez, una renovada sensación de felicidad. Sobre el último sorbo de café aparece el deseo por el crecimiento de la Ciudad y la importancia de mantener la cercanía entre vecinos. Es el sentido de comunidad y el respeto mutuo. Valores que definieron desde un comienzo a Nordelta.

- Advertisement -