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El rey del pastizal

Roedor de gran tamaño (el más grande del mundo), cuyo nombre proveniente del guaraní,Capibara, significa “El señor de las hierbas”, también le llamamos carpincho

Este animal simpaticón, es uno de los tantos habitantes de los humedales argentinos, ecosistemas que albergan aproximadamente el 30% de la biodiversidad del país.

A día de hoy, los carpinchos se han  transformado socialmente en un tema polémico entre quienes los aprecian debido a su carisma, tranquilidad y ternura y quienes los consideran una plaga por la abundante población que forma en ciertos sitios. 

Su hábitat de preferencia: los humedales, son terrenos inundables que actualmente son afectados por diversos factores, como la agricultura y ganadería intensiva, con impacto por el uso de herbicidas y pesticidas, cambios en el uso del suelo, como los monocultivos a gran escala, cambios en los cursos naturales de agua (dragados, canales artificiales, etc.)  endicamientos y desarrollos inmobiliarios. 

Estos factores traen como consecuencia la fragmentación del hábitat natural del animal, lo cual segrega su población en sectores reducidos donde parece abundar su presencia, siendo ésta, en realidad, un síntoma de un desequilibrio ecosistémico generado por acción humana. 

Algunas personas consideran al carpincho como una plaga, sin embargo, su sobrepoblación en sitios específicos sucede porque este característico animal, no sólo ve limitado su hábitat, sino que, además, carece de predadores naturales, como el yaguareté y el yacaré, otras dos especies vulneradas por el avance sobre el humedal.

Esto trae como consecuencia final que los carpinchos terminen guareciéndose en aquellos pequeños nichos donde encuentran comida, y que, al ser roedores, se reproduzcan rápidamente, formando grupos de hasta 60 individuos, teniendo un espacio de acción de entre 10 y 200 hectáreas.

El comportamiento del carpincho (Hydrochoerus hydrochaeris) no suele ser violento, exceptuando aquellas ocasiones en las que se invade su territorio. Si bien pueden resultarnos simpáticos y tiernos, recordemos que sigue siendo una especie silvestre con instintos de tal naturaleza, cuya forma de comunicarse es a través de diferentes expresiones corporales y comportamientos que al malinterpretarse, pueden dar pie encuentros violentos.

La “invasión” de carpinchos en urbanizaciones privadas es el síntoma de un desequilibrio ambiental, provocado entre otras cosas, por la falta de un ordenamiento territorial y el avance urbanístico sin planificación. 

A la hora de buscar soluciones a esta problemática, no debe tomarse como un suceso aislado, sino tener en cuenta el ecosistema que se vió afectado por múltiples factores para que esto suceda. Por lo que es fundamental el desarollo equilibrado y conservación de nuestros humedales.

Asimismo, los humedales proveen valiosos servicios ecosistémicos, entre ellos la la prevención de inundaciones, a través de regulación hídrica; la filtración y purificación del agua; la regulación del microclima local y la captura de carbono. Es decir, estos ecosistemas brindan soluciones basadas en la naturaleza que sostienen nuestra calidad de vida, además de ser el hábitat de los carpinchos.

Cuando un humedal se pierde, no sólo desaparecen espacio naturales para diversidad de especies como los carpinchos o los yaguaretés: perdemos una multiplicidad de servicios gratuitos que brinda este ecosistema, que si no se planifica y garantiza su conservación luego implican costos sanitarios, económicos y sociales que toda la sociedad debe pagar. 

Cuidar los humedales es esencial para garantizar un futuro saludable y sustentable para todos, no sólo para nuestro querido carpincho.

Por Camila Morales, Estudiante de Guardaparque – Miembro de la ONG Comunidad Verde y voluntaria en la reserva y Juan Pino, Lic. y Prof. en Ciencias Ambientales – Emprendedor Sustentable y voluntario en la reserva.

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