Sacaron tres camiones llenos de barro, residuos y conchillas de caracoles.
Un equipo de buzos estuvo trabajando esta semana en la toma de agua en Bahía Grande de la que se extrae el agua para el riego de todo Nordelta.
La Asociación Vecinal Nordelta informa que el lunes 25 de enero al mediodía, cuando el termómetro superaba los 35 grados, un equipo trabajaba al sol en la zona de bombas de inyección de agua de riego, frente al hotel Wyndham y junto al puente que cruza la ruta 27. Mientras todos sufrían el calor, uno de ellos se mantenía fresco: un buzo se sumergía a casi 3 metros de profundidad en el agua impulsando un tubo con el que aspiraba los residuos acumulados en los filtros del pozo.
El agua de riego se extrae de Bahía Grande, cruza por gruesos caños por debajo de la calle y desemboca en un pozo de más de 5 metros de profundidad, donde más de la mitad permanece lleno de líquido. De allí lo toman las bombas que lo inyectan a presión en la red de riego de toda la Ciudad.
Ese pozo está protegido por filtros y barreras, pero las mareas y las bajantes van acumulando allí barro, vegetales, conchillas de caracoles, alguna botella perdida. Esos residuos tapan las tomas de agua, provocando dificultades con el riego. El lunes hubo corte del servicio para que se pudiera hacer esa limpieza.
Los buzos eran dos, y bajaban por turnos. Llevaban una gigantesca aspiradora que absorbía los residuos y el barro acumulado. Sacaron tres camiones repletos. Se movían con trajes de neoprene, patas de rana y máscara. Una bomba les proveía, desde la superficie, aire a través de un tubo conectado a una boquilla. Así, trabajaban bajo el agua, sumergidos, prácticamente a ciegas, porque la cantidad de barro en suspensión hacía que fuera imposible ver a centímetros de la cara. Con las manos protegidas por gruesos guantes tanteaban las paredes y los conductos del depósito de agua sacando los residuos.
La limpieza de la toma de agua con buzos es una tarea que la empresa Redes & Servicios, que abastece a Nordelta del servicio de riego, debe hacer con regularidad para evitar cortes en el suministro. Los buzos en ocasiones tienen que atravesar los caños que unen el pozo de la toma, pegado al edificio Estudios de Bahía Grande, hasta la propia bahía. Son más de 30 metros bajo la calle que también limpian para mejorar el ingreso de agua.
El lunes, después del mediodía, terminaron la primera etapa de la tarea. Poco después, el servicio de riego se reanudó en toda la Ciudad. A esa hora, los buzos -aún con los trajes de neoprene puestos- conversaban con sus compañeros de trabajo.