La jueza del Contencioso Administrativo N.º 1 de San Isidro, María Paula Venere, revocó las medidas cautelares que impedían las obras, fumigaciones y castraciones químicas en Nordelta, en el marco de la causa por la protección de los carpinchos y su hábitat. La decisión unifica además el expediente con otro iniciado por un grupo de vecinos que reclama medidas de control poblacional.
La resolución judicial implica que quedan sin efecto tres medidas dictadas originalmente por el juez Guillermo Ottaviano: la suspensión inmediata de toda obra o actividad que pudiera alterar o dañar los humedales y la fauna silvestre; la prohibición de aplicar castración química o cualquier otro método de control sobre los carpinchos; y la prohibición de realizar fumigaciones en la zona de humedales del Delta del Paraná.
Al mismo tiempo, la jueza Venere resolvió unificar esta causa ambiental con otro expediente iniciado por once vecinos de Nordelta que reclaman acciones de control sobre la población de carpinchos, como relocalizaciones y vasectomías, además de la revisión del decreto que los declara fauna protegida. En esa presentación, incluso se mencionan medidas más drásticas, lo que marca el contraste con la demanda original que busca garantizar la conservación de la especie.
Desde la asociación civil Callejero Casa Quiere, que promueve la causa a favor de los carpinchos, la abogada patrocinante María de las Victorias Silvano González anunció que apelará la revocación.
La causa que impulsa la protección de los carpinchos había sido presentada tras la denuncia por la muerte de decenas de ejemplares y el avance de obras sobre los humedales. En paralelo, otro grupo de vecinos mantiene una demanda por recomposición ambiental contra la Dirección de Flora y Fauna de la Provincia, en la que señalan la superpoblación de la especie y los conflictos derivados: accidentes viales, ataques a mascotas y daños en los jardines.
Ambos expedientes —de objetivos opuestos— reflejan la complejidad del conflicto ambiental que atraviesa Nordelta, donde la convivencia entre el crecimiento urbano y la fauna silvestre sigue generando tensión y reclamos cruzados entre vecinos, organizaciones y autoridades.









