El Anushabur es uno de los postres más emblemáticos de la cocina armenia. Preparado tradicionalmente en las fiestas de Navidad y Año Nuevo, simboliza prosperidad, dulzura y buenos deseos para el año que comienza.
Esta receta, que combina trigo, frutas secas y frutos secos, es una tradición ancestral que se transmite de generación en generación. Diana Boudourian, vecina de Nordelta y cocinera del ciclo Sabores armenios, comparte su versión de autor de este clásico lleno de historia y significado.
El Anushabur —también conocido como “Harisa dulce”— se elabora con trigo entero cocido lentamente, mezclado con azúcar, orejones de damasco, pasas rubias y negras, canela, clavo de olor, nueces y almendras. Cada ingrediente tiene su sentido simbólico: el trigo representa la vida y la abundancia; las almendras y nueces, la fortaleza; y el damasco, considerado fruta nacional de Armenia, es un emblema de dulzura y prosperidad.
El nombre científico del damasco, Prunus Armeniaca, significa literalmente “ciruela armenia”. Desde hace siglos se cultiva en las laderas del monte Ararat, con un alto contenido de fibra, vitaminas A y C, calcio y hierro. En las mesas armenias, el Anushabur se sirve para desear felicidad, unión y esperanza.
“Este postre me conecta con mis raíces y con los recuerdos familiares de cada fin de año. Su perfume a canela y damascos llena la casa y nos une alrededor de la mesa”, comparte Diana Boudourian, quien desde hace meses acerca a los lectores de La Troncal las recetas tradicionales de su cultura, reversionadas con su toque personal.
Ingredientes
- Trigo entero: 200 g
- Azúcar: 300 g
- Orejones de damasco: 200 g
- Pasas de uva rubias: 200 g
- Pasas de uva negras: 200 g
- Canela: 1 cdita
- Clavo de olor: ½ cdita
- Nueces: 50 g
- Almendras: 150 g
Una receta que celebra la historia, la familia y los sabores de una cultura milenaria que sigue viva en cada mesa.
El Anushabur no solo se come: se comparte, se recuerda y se desea.
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