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ABBAZIA SAN GALGANO – Toscana

Por Silvana Salvucci*

Abadía de San Galgano, Llegar después de una terrible tormenta a esta abadía solitaria que haya salido el sol, fue como algo mágico. La imagen ante mis ojos de semejante estructura parecía de fantasía. Ojalá a ustedes les sorprenda tanto como a mi.

Desde Firenze a Massa Marítima hay 80 km, y se tarda dos horas, debido que son caminos provinciales. Yo para variar tarde más, pero esta vez era por la lluvia torrencial que no se veía nada, además de los árboles caídos.

En el cruce a San Galgano parecía que saliera el sol y me estuviera invitando a hacer dos km hasta la vieja abadía.

No me pude resistir e hice ese pequeño trecho para encontrarme con esa maravillosa Abadía gótica construida en el año 1218 por los monjes cisterciense.

Fue la primera iglesia gótica construida en Toscana. Lo que quedo es el esqueleto que nos da una idea de lo majestuosa que fue.

Un fotógrafo en busca de inspiración. La imagen y la pose me trajo a la memoria al amor trágico de Romeo y Julieta.

La soledad del lugar, porque está alejada de un centro habitado, en el medio de la campiña, el silencio y la quietud me hicieron imaginar alguna escena que se habría desarrollado lejos en el tiempo, los monjes con sus sayos, los cantos gregorianos, la iluminación casi nula y la abadía recubierta de bellos frescos.

Algo separada de la Abadía, sobre una pequeña colina a la que se llega por una calle bordeada de cipreses se encuentra la iglesia de San Galgano, llamada la Rotonda de Montesiepi, que fue construida en el lugar donde el caballero Guido Galgano vivió como ermitaño desde que abandonó la vida mundana y como demostración de ello clavo su espada en una piedra.

La iglesia es pequeña y redonda con una hermosa cúpula interior. En una de las capillas hay frescos del pintor Ambrogio Lorenzetti. Del que luego vería unos cuadros bellisimos en Massa Marittima.

Me quede a almorzar en la Osteria Tempio Antico. Muy bien ambientado el local y la comida riquísima. Saben que mi opinión es que un viaje debe incluir la parte gastronómica, ya que esa es la verdadera manera de conocer a un pueblo.

Fettuccine al ragu de pato, de postre un tiramisú con cantuccini, una versión modificada pero riquísima.

El lugar agradable que daban ganas de quedarse, pero ya no llovía y era hora de seguir hasta Massa Maríttima, ese era mi destino final.

No duden en desviarse del camino para conocer algo que no estaba en su itinerario, siempre valdrá la pena. Yo no recuerdo que alguna vez me haya sentido defraudada. Y me felicite haber hecho ese pequeño desvío.

Por Silvana Salvucci
Autora de Recorre Italia

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