Por Lic. Mariana Alfieri
El 2020 fue un año muy difícil: quienes trabajamos con niños y sus familias vimos mamás y papás hacer malabares tratando de sostener múltiples tareas (homeoffice, homeschooling, crianza, tareas del hogar, etc.), haciendo lo mejor que podían con los recursos que tenían.
También, en muchas ocasiones, los vimos desbordarse, los vimos explotar, los vimos angustiarse por haberle gritado a sus hijos, los vimos tener picos de estrés. Y ahí contuvimos tratando de sostener espacios que ayudaran a transitar una situación muy compleja. Pero fue difícil…
Algo que está apareciendo mucho en el consultorio últimamente es la preocupación frente a la incertidumbre del 2021. ¿Cómo será? ¿Habrá una segunda ola? ¿Volveremos a un aislamiento estricto? ¿Habrá escuela presencial? ¿Cómo hacemos con los chicos otro año en casa?
Pero, por sobre todo, escuchamos sobre el temor de volver a sostener múltiples tareas sin ningún tipo de sostén, con el desgaste físico y mental que ello supone.
Muchas mamás y papás dicen “no poder”, “no tener resto, ni energía” o ni siquiera “querer pensar” en volver a transitar un año como el 2020.
La realidad es que no sabemos: hay posibilidades que este año también traiga aislamiento, que sea necesario que todas las actividades vuelvan a ser puertas adentro y que tengamos que recurrir, otra vez más, a nuestra capacidad de adaptación.
Frente a esto ¿Qué hacemos? ¿Cómo nos preparamos?
En principio, es importante tenerlo presente como posibilidad sin tomarlo como una certeza para que no se constituya en una fuente de estrés de manera anticipada.
Ahora bien, teniendo en cuenta esto podemos pensar en estrategias posibles para transitar el 2021 con lo aprendido del 2020, a modo de un plan B:
*Hagamos una revisión del año pasado, focalizando en que nos sirvió y que no. ¿Qué rutinas o formas de organizarse familiarmente dieron mejores resultados? ¿Cuáles fueron los momentos o actividades que nos generaron mayor estrés o fastidio? ¿Podríamos hacer algo para disminuir ese fastidio?
*Prioricemos. ¿Qué actividades tenemos que realizar obligatoriamente y cuáles pueden esperar? Registremos nuestro nivel de energía y pensemos conscientemente que cosas podríamos sostener. Y las que no, pausémoslas sin culpa. Tengamos en cuenta que es una situación transitoria, ya habrá tiempo de retomarlas.
*Generemos espacio de diálogo familiar, buscando que cada uno (niños incluidos) puedan expresar sus emociones, expectativas y temores sobre lo que vaya a pasar. Tratemos de ampliar la mirada y considerar varios escenarios posibles para intentar disminuir la frustración posterior.
*Sostengamos actividades placenteras o lúdicas. Individuales y familiares para que podamos “descomprimir” el estrés frente a la incertidumbre y nos recargue de energía. Es muy importante estar atentos a estas actividades y tratar de incorporarlas en el cronograma familiar para intentar equilibrar exigencias y momentos de ocio.
*Armemos redes de sostén. No esperemos a colapsar, pidamos ayuda y armemos redes con otros (aún virtuales) que nos permitan transitar acompañados las posibles vicisitudes.
Y por sobre todo tengamos en cuenta que es una situación excepcional, compleja e inédita y que estamos tratando de hacer lo mejor posible.
Lic. Mariana Alfieri
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