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CREMONA – Lombardia

Por Silvana Salvucci*

Cremona es una rica ciudad de la región de Lombardia. Es tan dulce como su nombre. Orgullosa de ser la cuna de los mas famosos violines del mundo. Como todas estas ciudades es un placer recorrerlas porque aunque se pierdan siempre tendrán a la vista el campanario. A viajar!

En Cicognolo (ya muy cerca de Cremona), decidí buscar un restaurante para almorzar y di con «La Osteria del L’Ombrellier» (el paragüero) Vía Mazzini 13.

Muy lindo y bien puesto, un menú en el que me resultó difícil decidirme. Elegí un vino tinto Lambrusco. De entrada, un tortino de parmigiano y espinacas con una salsa de mostaza, luego taglatelle con ragú de la casa y, finalmente, café. Buenísimo todo.

Seguí camino hasta Sorriso (Sonrisa) donde mi amiga tiene su «Cascina» que es una casa de campo típica de la Toscana. Se caracterizan por un gran patio interior al que dan los establos, los depósitos y las habitaciones. Suelen tener más de un piso. Se accede por un gran portón de madera.

En la planta baja tiene la cocina enorme, un estudio, el comedor, un baño y un dormitorio de huéspedes donde dormí yo. En el primer piso había cuatro dormitorios con dos baños. Este sector está destinado a B&B. En el segundo piso estaban sus dormitorios.

A la mañana siguiente fui al centro antiguo de Cremona, que es muy chico.  Ya conocía esta ciudad; aun así, siguen asombrándome estas creaciones arquitectónicas que desafían al tiempo con su increíble belleza, arte e ingenio.

La Piazza del Comune es el centro de la vida religiosa, cultural, social y comercial. En ella se encuentra el Duomo o Catedral de Santa María Assunta que es bellísima. Esta iglesia reúne los estilos románico, gótico y barroco.  Se comenzó en el año 1107, luego la dañó un terremoto en el año 1117. Es un diseño de arquitectura románico lombarda. En la nave central se conservan lo tapices del siglo XVI traídos de Flandes. En el frente tiene un doble orden de columnas y el rosetón es del año 1274.

La gran torre del campanario a la que llaman Torrazzo, construida en ladrillo, entre el ano 1267 al 1305, mide 112 metros y es la tercera más alta de Europa. En la cara que mira a la plaza tiene un gran reloj astronómico, realizado entre los años 1583/1588, que todavía hoy funciona.

A un costado del Duomo está el baptisterio, de planta octogonal; una obra románica del siglo X, que fue renovado en el siglo XVI con una fachada de mármol para estar a tono con la Catedral. En este espacio tan reducido hay tanto para admirar que no alcanzan todos los sentidos para el disfrute.

Frente al Duomo se halla el Palazzo Comunale, fundado en el año 1206 y ampliado en el año 1245, de típica construcción lombarda. Edificado en dos plantas, la inferior cuenta con un pórtico de arcadas góticas y la superior con almenas en forma de flechas. Aquí está la Sala de los Violines, donde los Stradivarius y Amati (otra familia de luthiers) se tocan todos los días para que siempre estén afinados.

Cremona es famosa por ser la cuna de los violines Stradivarius y de su escuela de luthiers, que a través del tiempo han creado verdaderas obras de arte que se venden en subastas en todo el mundo a precios siderales.

El turrón, que es un dulce típico de Cremona, se conoció por primera vez en el año 1441, en las bodas de Blanca María Visconti y Francisco Sforza, cuando le obsequiaron un dulce con la forma del Torrazo, al que se lo conocía con el nombre de torrione. De allí el nombre torrone. Desde entonces se conoce el dulce en toda Italia. Es una tableta de almendras, con azúcar, claras de huevo y miel. Si van a Cremona no deje de probarlo.

La «mostarda» (chutnay) también digna de ser saboreada, se hace con frutas confitada en almíbar y mostaza. Hay muchas cosas deliciosas para probar y no se van a equivocar donde las compren. Yo no me puedo resistir (y luego así vuelvo de mis viajes).

Quizá algunos recuerden a la famosa cantante Mina a la que le dicen «La tigre di Cremona». Bueno, obvio, porque nació en esta ciudad.

Decidí esperar a mi amiga Cristina, que vendría para saludarme desde Reggio Emilia. Lo hice almorzando en el restaurante Pizzeria Il Duomo, Via dei Gonfalonieri 53, sentada en una mesa en la calle con vista a esa bellísima iglesia y su torre. Tenía que probar la polenta con estofado de carne de cerdo. Tomé una copa de Lambrusco, y pedí un postre hecho con turrón de Cremona y salsa de frutos rojos y chocolate de verdad muy rico. Era algo que nunca había probado.

Después de más de cuatro horas de charla, volví a lo de mis amigos, Cristina, Alberto y sus tres hijos que habían preparado una cena deliciosa para despedirme, ya que me iba al día siguiente.

Cremona, a diferencia de Mantova, no estaba llena de gente y de ruido. Es una ciudad amable, de gente sonriente, fácil de recorrer y con muchos rincones encantadores para descubrir.

Como muchas otras ciudades que tienen sus «apodos», a Cremona se la conoce como la ciudad de las tres «T»,  por el Torrione, Turrón, Tette. Esta última T fue sustituida no hace mucho  por Tognazi actor que nació en esta ciudad.

De aquí me iría a Grosseto, a 360 kilómetros. Tardariá 4 horas en llegar.

Por Silvana Salvucci
Autora de Recorre Italia

Para saber salgo más de este lugar soñado pueden ingresar a los siguientes links: http://recorreitalia.com/cremona/

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